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Editorial

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Reflexiones de junio

Fernando de Buen

Tras dos semanas de ausencia, en las que nos dedicamos a un proceso de asepsia cibernética para intentar reordenar casi dos décadas de información en nuestros bancos de datos, estamos de regreso con Par 7 online, agradeciéndoles su comprensión y paciencia.

Son muchísimas las ventajas que ofrece un medio digital sobre su equivalente impreso, excepto, por supuesto, el incomparable placer de manipular el papel de una revista, y la capacidad de percibir el aroma único de las fibras de algodón mezcladas con tintas de offset. En la actualidad, la posibilidad de buscar con un clic la definición o traducción de un término que no entendemos, la de ver una grabación en video o escuchar un audio, la de intercomunicarnos con el autor de una nota o simplemente recurrir a los archivos históricos de la publicación para consultar algún tema interesante, son cosas que hace apenas unos años se antojaban imposibles, aun en el mundo del internet.

Sin embargo, todo ello requiere orden, almacenamiento virtual y toda una estrategia para facilitar el acceso, tanto para la organización interna como para los lectores. De eso se trataron estas dos semanas de limpia, reestructura y reordenamiento de muchísimas carpetas y archivos, tanto en nuestros discos duros como en la nube.

Insisto, en nombre de nuestra organización editorial, muchas gracias por su paciencia.

El 6 del 6, un buen resultado para México

Han sido semanas intensas estas del mes de junio. Apenas el domingo 6, un alto porcentaje de mexicanos adultos nos volcamos a nuestra respectiva casilla para emitir uno de los más importantes votos de nuestra vida. Uno cuyo resultado será clave para definir el futuro económico, político y social de nuestra nación. Más allá de filias y fobias con respecto al actual Gobierno, lo más valioso del proceso electoral, en mi opinión, fue sentar las bases para defender a nuestra Constitución y sentirnos orgullosos por el extraordinario esfuerzo del Instituto Nacional Electoral y el ejército de ciudadanos que apoyaron tal proeza, contra viento y marea.

Aunque aún después de las elecciones, el presidente de la República insiste en que quiere desaparecer al INE, la nueva conformación de la Cámara de Diputados no le alcanzará para cumplir su capricho, a menos que un partido de la Coalición —todos sabemos de cuál se trata— decida traicionar a sus pares y al pueblo de México.

Con éxitos y fracasos en ambos bandos de esta deprimente polarización, todos los mexicanos tenemos razones para sentirnos contentos, pero no demasiado satisfechos. Los allegados al partido en el poder estarán felices por las 11 gubernaturas obtenidas, mientras que los opositores lo estamos por haberle arrebatado a dicha organización la mitad del territorio de su centro neurálgico y de apoyo por más de un cuarto de siglo. La Ciudad de México ha quedado dividida, pero de nosotros depende que esa separación no sea más que una línea virtual entre dos demarcaciones de mexicanos con idénticas prerrogativas y derechos.

El U.S. Open

El torneo que acaba de concluir en el hermosísimo campo Sur de Torrey Pines, nos ha dejado a los fanáticos del golf grandes y valiosas lecciones. Por una parte, la USGA nos corroboró que, para ellos, los resultados de 2017 en el campo de Erin Hills, en Wisconsin, no se van a repetir en muchos años. El acumulado final del campeón Brooks Koepka en dicha edición, 16 abajo, más el hecho de haber registrado 31 resultados por debajo del par de campo, fueron una humillación para un torneo que debería ser el más difícil del mundo. Dos de las tres ediciones subsecuentes han contrarrestado la afrenta. En 2018, el propio Koepka defendió su triunfo, solo que lo hizo tirando 17 golpes más en Shinnecock Hills (+1) y Bryson DeChambeau, con -6, ganó por seis golpes en Winged Foot, siendo el único que tiró bajo par. Me brinqué intencionalmente la edición de 2019, porque se llevó a cabo en Pebble Beach, un campo prácticamente indefendible sin la presencia del viento, y su ausencia facilitó el triunfo de Gary Woodland, con 13 bajo par. Solo a modo de comparación, vale la pena contrastar las 7685 yardas de Torrey Pines este año, con las 7075 del otro campo californiano hace dos.

La victoria del joven Jon Rahm fue un acto de estricta justicia por parte de los dioses del golf a uno de sus mejores protagonistas, quien antes de esta semana ya había probado lo que significa ser el número 1 del ranking mundial, y que una desafortunada prueba positiva de covid-19 le arrebató un muy probable triunfo en el pasado Memorial Tournament, cuando faltándole solo 18 hoyos, debió retirarse del torneo con ventaja de seis golpes sobre el segundo lugar. Su cierre con dos birdies en el increíblemente difícil campo de San Diego el día de ayer, fue una prueba de temple, de madurez, de capacidad, de calidad excepcional y, lo más disfrutable, de una pasión que ya se ve poco en el mundo del golf profesional. Vuelve al número 1 y ojalá duré allí mucho tiempo. Finales como el de ayer, se recuerdan toda la vida.

Resurrección acelerada del golf

El miércoles pasado tuve el privilegio de asistir con dos grandes amigos al Club de Golf Los Encinos, campo que más allá de sus extraordinarias condiciones, me sorprendió por la cantidad de golfistas que salieron a jugar ese mismo día. Un campo lleno entre semana, después de tantos meses de ausencia forzada, es como un grito de libertad de quienes han (hemos) vivido un prolongado encierro por causa de la pandemia. Me congratulo de que así esté sucediendo, aunque invito a todos a no confiarse y mantener presentes todas las precauciones sanitarias posibles para evitar una ola de contagios en nuestros clubes de golf.

Ojalá que el resto de los campos de nuestro país estén viviendo la misma alegría.

Hasta aquí, las reflexiones de esta semana que intenta estirarse hasta el principio de este mes.

Un cordial abrazo a todos,

fdebuen@par7.mx

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