Mobirise
create a website for free

Editorial

La ceremonia de abridores honorarios del Masters 2021 incluyó a Lee Elder, el primer jugador de raza negra que jugó en dicho torneo (1975).


Lee Elder: una historia para contarse

Fernando de Buen

El jueves pasado por la mañana, apareció en el trío de abridores honorarios del Masters, un jugador de raza negra, cuyo pasado y méritos muy pocos conocen. Al verlo, recordé que hace poco más de una veintena de años leí su historia y escribí en octubre de 2002 un artículo sobre este extraordinario personaje del golf. No sin algunos cambios, aquí se los comparto.

Lee Elder quedó en último lugar del Audi Senior Classic del año 2000, en el campo de La Vista, en Puebla. En dicha temporada, obtuvo el sitio 148 de la gira Senior. Su mejor actuación fue un empate en el lugar 66 y en el año obtuvo un total de 6760 dólares. ¿Cuál es la razón para dedicarle mi columna a este jugador, de quien probablemente usted nunca había escuchado? Permítame explicarle por qué y estoy seguro de que al menos Tiger Woods me dará la razón.

Robert Lee Elder nació en Dallas, Texas, en 1934, durante los años duros de la depresión. Perdió a sus padres siendo muy joven y tuvo que hacerse cargo de su hermana mayor y una tía.

Habiéndose formado como caddie desde pequeño, Lee encontró el placer del golf jugando seis hoyos a escondidas en el campo donde trabajaba. Obviamente, se trataba de un club exclusivo para blancos.

A la edad de 17 años participó en el Nacional Abierto para Negros, en la ciudad de Cleveland, donde se enfrentó a uno de los boxeadores más famosos de todos los tiempos, Joe Louis, quién lo venció por 2 y 1. Más que una derrota dolorosa, fue una experiencia reconfortante. Gracias a su partido con el campeón, Lee logró obtener la confianza necesaria para ganar, un año más tarde, el Amateur Texano para Negros y lanzarse definitivamente a la búsqueda de un sitio en el golf profesional. Ese fue, sin duda, uno de los encuentros más venturosos en su vida, pues siempre consideró a Louis como el auténtico abridor de puertas para los golfistas negros de la unión americana.

Su otro encuentro afortunado fue con uno de los más célebres apostadores de la primera mitad del siglo pasado, quién a la vez era un increíble estafador: Titanic Thompson. Este singular personaje, cuyo verdadero nombre fue Alvin Clarence Thomas, cuenta con su propia y maravillosa historia. Era un impecable profesional del engaño y por añadidura, un extraordinario golfista. Podía tirar voluntariamente cualquier puntuación entre 2 o 3 bajo par o noventa y tantos golpes, sin que la gente pudiera adivinar sus verdaderas cualidades. Por si ello fuera poco, podía jugar igualmente bien de derecho o de izquierdo.

Titanic vio en Elder a un perfecto aliado, en aras de llevar a cabo uno de sus más efectivos trucos. Este consistía en vestir a Lee con uniforme de chofer, tentar a los mejores y más ricos jugadores de un determinado club y retarlos, diciendo que él, utilizando a su chofer como pareja, podía vencer a cualquiera de ellos. Elder y Thompson lograron jugosas ganancias con esta picardía.

Con la ayuda financiera de Titanic, Lee se volvió profesional en 1959 y al poco tiempo había logrado ya cuatro títulos en el Abierto Nacional para Negros, entre 1963 y 1967.

Durante el otoño del 67, logró su pase a la PGA de los Estados Unidos, año en el que empató con Jack Nicklaus en el American Golf Classic de Ohio y, aunque perdió en desempate, le sirvió para darse a conocer ante la afición estadunidense.

En 1968, durante el Monsanto Open, en Pensacola, Florida, Elder sufrió las típicas vejaciones de la discriminación racial, cuando le fue prohibida la entrada a la casa club del Pensacola Country Club y tuvo que conformarse con dormir en su auto y comer junto a la puerta trasera de los restaurantes. Tras los vergonzosos sucesos, Lee juró nunca regresar al torneo.

Seis años después de aquel infortunado evento, ya como veterano y sabiendo que su presencia en dicho club sentaría un precedente para aquellos miembros de minorías que seguían su carrera, decidió romper su promesa y presentarse nuevamente en Pensacola. En la ronda final del domingo, cuando se disponía a iniciar su recorrido, observó a la hija de unos amigos, sosteniendo un letrero que decía: «Todas las cosas son posibles para aquél que cree».

«Cuando la vi sosteniendo ese letrero —comentó Elder en una entrevista—, parada junto a sus compañeras de clase, quienes estaban allí para apoyarme, fue duro tratar de contener la emoción. Eso fue antes de dar mi golpe de salida. Dicho momento me hizo sentir aún más determinado a ganar ese torneo». Con tres birdies en los últimos cuatro hoyos, Elder logró empatar con Peter Oosterhuis y después vencerlo en el cuarto hoyo de desempate. Aquel triunfo no solo significaba el primero de su carrera profesional, sino su boleto de entrada a un torneo en el cual jamás había participado un afroamericano: el Masters Tournament. Dos días después, Lee recibiría su invitación directamente de Clifford Roberts, cofundador y jefe implacable del Augusta National.

Con su participación en dicha competencia en 1975 (jugó seis veces entre ese año y 1981), Lee Elder había logrado romper con uno de los más rígidos tabús del golf en el sur de los Estados Unidos. Vendrían después otros, que cruzaron por la vereda que él abrió en el golf multirracial y algunos, como Tiger Woods o Vijay Singh —casi un cuarto de siglo después— se habrían de poner el saco verde que los distingue como campeones de dicho major.

A pesar de su enorme empeño en romper con las viejas ataduras, ni Elder ni ninguno de sus compañeros, como Charlie Sifford y Terry Rhodes —los tres mencionados por Woods durante su discurso de aceptación del trofeo al campeón del Masters en 1997—, pudieron lograr que los blancos terminaran definitivamente con su absurda política discriminatoria.

Algunos años más tarde, todos los golfistas del mundo pagaríamos cara la enorme estupidez de aquellos que decidieron mantener su costumbre segregacionista. A modo de ejemplar castigo por esta conducta en algunos campos de los Estados Unidos, el Comité Olímpico Internacional decidió cancelar la participación del golf en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Si bien el COI tenía muchas otras razones de carácter comercial y estratégico para dictaminar en contra de la presencia de este deporte, el racismo fue la excusa perfecta para ello y los aficionados perdimos una inmejorable oportunidad de atestiguar el regreso de este juego al rol olímpico.

Así pues, de nada importan los resultados que este veterano de 68 años (87 al momento de esta reedición de 2021 [N. del Autor]) haya tenido en sus últimas temporadas de actividad golfística. Gracias a la tenacidad de luchadores como él, que sufrieron en carne propia, las consecuencias de una de las mayores estupideces de la humanidad, podemos disfrutar hoy el juego espectacular de Tiger Woods o la impresionante técnica de Vijay Singh, entre muchos otros.

Lee Elder podrá seguir disfrutando por el resto de su vida el caminar por los fairways jugando buen golf y fumando uno de los muchos habanos que consumirá durante el día; en otros años, solo podía recorrer los campos de juego a escondidas o llevando sobre la espalda la bolsa de golf de su blanco patrón.

fdebuen@par7.mx

© Copyright 2021, Par 7, Derechos reservados.