Mobirise
free portfolio web templates

Editorial

Mobirise

La vida y el golf en un año para el olvido

2020: annus horribilis

Fernando de Buen

A mi gran amigo Fernando Díaz Gómez, a quien debí dedicarle algún artículo previo, pero decidí que fuera este, pues él es ya uno de los ausentes en este 2020. Tocayazo querido, ya se te extraña. Descansa en alegría, porque la paz nunca fue lo tuyo. Ya nos encontraremos.

Para toda persona que haya nacido a partir de la posguerra en cualquier parte del mundo— a menos que en su país haya habido una guerra internacional, civil o algún tipo de cataclismo—, es realmente difícil imaginar que haya vivido un año peor que este 2020; para quienes vivimos en Mexico, los resultados rayan en lo catastrófico, pues, sin importar nuestras simpatías políticas, lo único claro es que las decisiones del Gobierno, en cuanto a la pandemia del covid-19 y la economía, han sido acreditadas entre las peores en el ámbito internacional.

Sin embargo, más allá de estos dos jinetes del apocalipsis, el 2020 también se ha ensañado con la gente y, en muchos casos, con personas queridas y cercanas a nosotros. Como consecuencia de su aparición, aquí y allá nos hemos enterado de fallecimientos por coronavirus o por otras diferentes causas, de desempleo, de crisis humanas que han aumentado dramáticamente la violencia doméstica y las solicitudes de divorcio, incrementado las adicciones y muchas fatalidades más.

En el México actual, las buenas noticias no son otra cosa que noticias menos malas. Nuestro país es, en la actualidad, una embarcación al garete, sin velamen y con un capitán que no tiene soluciones, porque poco o nada sabe de cómo sobrevivir en una tormenta en la que él mismo nos metió por sus pésimas decisiones, mientras que sus remeros no son más que zombies que jalan las palas siguiendo las órdenes de su cómitre, sin preguntar siquiera cuál es el rumbo.

Sin embargo, el 2021 no pinta mucho mejor que este catastrófico 2020. Nuestro Gobierno, que en el año que termina agotó los pocos ahorros que quedaban disponibles para inyectárselos a Pemex —que pierde casi 4.3 millones de pesos por minuto—, a la compra de conciencias para las próximas elecciones, a inversiones inútiles como lo son el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas, y a empoderar a las Fuerzas Armadas para mantenerlas de su lado, iniciará la cuesta de enero con las arcas prácticamente vacías y buscando la forma de borrar a las pocas instituciones que aún se mantienen vivas, para absorber su presupuesto y continuar con el inhumano dispendio en caprichos presidenciales y objetivos electorales.

En este ámbito destructivo, nos vemos impelidos a agradecer a quienes conservan la vida, a quienes la cuidan y a quienes se cuidan, cuidándonos a nosotros. Es como si tuviéramos que reconocer que contamos con aire para respirar; es buscar en un pajar la aguja del consuelo, el ánimo para sobrevivir un día más, para llegar vivos al 2021, como si por arte de magia las cosas pudiesen cambiar con el nuevo calendario.

El golf tras este 2020

En el ámbito del golf, estamos ante un sobreviviente que ha pasado la mayoría del año en muy malas condiciones, pero logró superar sus peores tiempos mediante una recuperación lenta, con heridas que tardarán algún tiempo en restañarse. Los clubes comienzan a recobrar una parte de su vitalidad, pero siguen siendo como un enfermo en reposo, al que apenas se le permite levantarse de la cama para estirar los músculos por unos minutos y se mantiene con dieta blanda por tiempo indefinido.

Con las debidas precauciones, este es uno de los pocos deportes que se pueden practicar, gracias a que se mantiene casi permanentemente la sana distancia y a que se han puesto en práctica oportunas recomendaciones para mantener a los jugadores alejados del riesgo de posibles contagios. No obstante, me alarma ver a golfistas interactuando con sus caddies pasándose de mano en mano palos y pelotas, o clubes que ya permiten que circulen dos personas en el mismo carro de golf.

Ahora bien, una cosa es el reglamento de uso del campo de golf en tiempos de pandemia y otra, muy diferente, es lo que sucede en la casa club y el resto de las instalaciones, donde si bien se respetan en términos generales los lineamientos de las autoridades municipales, estatales o federales, al tratarse de entidades privadas cuentan con una inevitable flexibilidad que puede actuar en favor o en contra de la expansión de esta terrible enfermedad. Un buen ejemplo de ello son los restaurantes, bares o cafeterías donde, si bien se ha reducido el número de mesas disponibles, difícilmente respetan la reducción de comensales que demandan las jurisdicciones.

Para finalizar el capítulo del golf, solo les pido a ustedes, queridos lectores de Par 7 online, —97% de los cuales son socios de un club privado de golf—, que nos ayuden a recuperar la conciencia de lo que esta pandemia puede provocarnos en términos de letalidad. Lejos de relajar las medidas de precaución, hoy, más que nunca, debemos exigir a nuestro club que las refuerce, aunque ello demande un sacrificio adicional, para evitar un mayor número de desgracias.

Lo que viene

Con un total confirmado al día de ayer de 114 mil decesos —cantidad que podría superar los 280 mil de acuerdo con las estimaciones del propio Gobierno, y que de ser así rebasará por mucho los 300 mil al término del presente año; con los hospitales públicos y privados totalmente saturados —aunque las autoridades digan lo contrario y no se atreven a tomar medidas radicales de precaución, por temor a dejar de gozar de las simpatías del irresponsable señor de Palacio— y la llegada de un invierno impredecible que tendrá semanas de mucho frío, todo ello aunado a la esperanza de contar con una vacuna que tardará, en el mejor de los casos, dos años en cubrir a la mayoría de la población, deberíamos decretar para nosotros y nuestras familias un estado de alerta máxima. Un posible contagio y nulas esperanzas de ser recibidos en un hospital, es como firmar una potencial sentencia de muerte.

En México siguen las fiestas y vienen las posadas, donde las muertes por contraer coronavirus seguramente serán más que las provocadas como consecuencia de la ingesta alcohólica. Hay que decirlo, estas celebraciones no son privativas de comunidades con una deficiente educación y se dan con gran frecuencia entre grupos de clase media o alta con estudios universitarios.

Conclusión

Pésimo estado de la economía, deplorable manejo de la pandemia y prácticamente nulas posibilidades de que la situación mejore antes de las elecciones de 2021. Quedamos tú y yo, los tuyos y los míos. Hagamos hasta lo imposible por mantenernos vivos, por mantenernos sanos y ser parte de la fuerza que contrarreste a la tiranía hiponeuronal, tras este annus horribilis.

fdebuen@par7.mx

© Copyright 2020, Par 7, Derechos reservados.