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Editorial

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Es tiempo de decidir

Fernando de Buen

Desde que tengo recuerdos de las condiciones políticas de México, memoria que probablemente se remonta a los tiempos de Luis Echeverría (1970-76), nunca me había tocado vivir una situación tan complicada para el país en prácticamente todos los aspectos que lo afectan. Si bien con Díaz Ordaz se vivió el movimiento del 68 (yo tenía 10 años) con 400 estudiantes asesinados y, tres años después, los halcones de Echeverría acabaron con la vida de 120 más en el Jueves de Corpus, eran tiempos en los que resultaba inimaginable que un mandatario fuera juzgado por sus actos, sin importar la gravedad de estos.

De cada período presidencial puedo recordar los puntos que, a mi juicio, fueron los más negativos: más allá de los ya citados, me permito mencionar los sueños de grandeza de López Portillo, el pésimo manejo económico de De la Madrid, la incontrolable corrupción de Salinas, la nula empatía de Zedillo, la torpeza de Fox, el crimen en tiempos de Calderón y, de nuevo, la superlativa corrupción de Peña Nieto y sus secuaces.

Pues bien, en el presente sexenio, cada uno de estos infortunios, sin excepción, ha sido incrementado por el actual presidente y su equipo de trabajo. Te invito, querido lector, a que vuelvas a leer el párrafo anterior y decidas si estás de acuerdo conmigo o no. Quizá pienses que el punto débil de mis afirmaciones es el tema de la corrupción, pues la actual no se percibe todavía de las dimensiones de la de Salinas o Peña.

Es importante mencionar que estamos comparando periodos de 72 meses, con el actual de solo 21. Está prácticamente comprobado que una buena parte del equipo más cercano de López Obrador está conformado por personajes ligados a la corrupción. Allí están Manuel Bartlett, Irma Sandoval y sus seis casas, René Bejarano, Ricardo Monreal y tantos, tantísimos otros a los que ahora se le suman los hermanos, hijos y la cuñada del propio presidente. Tampoco podemos soslayar la aprobación de la Ley Federal de Austeridad Republicana, que le permite ahora al mandatario recabar todos los montos rescatados de subejercicios y hacer uso de ellos con total discrecionalidad. Dicha cantidad podría superar por mucho la famosa caja chica de sus antecesores que él tanto criticó. Si bien, la constante insistencia del presidente de que no hay objetivo más importante en su gobierno que el combate a la corrupción —lo que ha provocado una leve disminución en la percepción de esta— de acuerdo con el INEGI, durante 2019 hubo «un incremento estadísticamente significativo». Como ejemplo, indicó que la prevalencia de actos aumentó de 14,635 víctimas por cada 100,000 habitantes en 2017, a 15,732 en 2019. La tasa de casos nuevos pasó de 25,541 por cada 100,000 en 2017, a 30,456 en 2019.

Al paso que vamos, no tengo ninguna duda de que, si el presidente continúa hasta 2024, los resultados en este rubro rebasarán a los priístas citados.

Lo cierto, es que este año se ha podido disimular algo de la enorme crisis que estamos viviendo, gracias a los famosos guardaditos que ahorraron otros presidentes y que este ha dilapidado sin lograr un solo proyecto productivo. Los fondos por la cobertura petrolera en este 2020, serán ridículamente bajos en 2021 y la obsesión por sacar adelante a Pemex terminará por quebrar al país. Por lo pronto, ya es oficial el descenso del 18.7% del PIB en el segundo trimestre, la mayor caída en la historia. Parece sensacionalismo, pero no falta mucho para que empecemos a ver reacciones en las calles provocadas por el desempleo o el hambre. Al paso que vamos, el error de diciembre de 1994 será un pequeño tropezón en comparación a lo que estamos comenzando a vivir.

En una nota publicada en La Jornada (online) el pasado 17 de julio, se menciona que el desempleo en México alcanzó 21.6 millones de personas, de las cuales 13.8 millones se sumaron después del primer trimestre de 2020, de acuerdo con Acción Ciudadana Frente a la Pobreza.

Una de las cantaletas favoritas del presidente y sus seguidores es la de los «muertos de Calderón», cantidad que en términos anuales está siendo fácilmente superada por el tabasqueño. De acuerdo con el INEGI, durante el sexenio de Calderón se registraron 121,683 muertes violentas, un promedio poco superior a las 20,000 muertes anuales. Según datos oficiales, en 2019 se registraron 34,600 asesinatos y, en los primeros cuatro meses de 2020 la cantidad sigue en aumento con respecto al mismo lapso del año anterior. Esto significa un incremento cercano al 70% en la comparación transexenal.

El manejo de la pandemia del covid-19 es otro ejemplo de la nula empatía del presidente por su tan amado pueblo bueno, pues ha preferido que mueran decenas de miles, antes de sacrificar sus obras faraónicas —ciertamente inútiles— en aras de detener el altísimo índice de mortandad que, en números reales y no los que publican, ya nos tienen al nivel de defunciones de Estados Unidos o algo más arriba, con una tercera parte de su población.

Y la falta de medicamentos para niños con cáncer…

Los hechos actuales relacionados con la revista Nexos, el periódico Reforma o con personajes como Héctor Aguilar Camín o Enrique Krauze, por mencionar solo dos, también nos demuestran que este gobierno intenta acotar la libertad de prensa.

Pero aún con todo lo anterior, el presidente mantiene porcentajes de aprobación por arriba del 54%, de acuerdo con los principales encuestadores, lo que me hace pensar que sus seguidores, sobre todo aquellos que reciben dinero que se traduce en votos, no cambiarán fácil de opinión.

Si no podemos evitar el cáncer en el que se está convirtiendo este sexenio, al menos intentemos detener el tufo tiránico y dictatorial del presidente, disminuyendo en forma dramática el apoyo que le brinda la mayoría absoluta en ambas cámaras. Si en las elecciones de junio de 2021, cuyo proceso inició formalmente el día de hoy, pudiéramos detener al menos esa mayoría absoluta y sustituir a sus fanáticos en el Congreso por un reparto más equilibrado de curules, al menos encontraríamos la forma de detener un poco la debacle de nuestro adorado México.

Esta no es una invitación a reflexionar a quienes ya estamos totalmente en contra del actual Gobierno, sino también a los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador, quienes ven día con día, cómo los caprichos hiponeuronales de su líder están llevando a México a un precipicio del que tardaremos muchos años en salir. A ellos va especialmente dirigida esta invitación para sacar al país adelante.

fdebuen@par7.mx

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