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Editorial

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En la actualidad, es imposible concebir la noticia deportiva sin la emoción que proporcionan las imágenes que acompañan a cada artículo.

Outside the ropes

Fernando de Buen

Más que personal, se trató de un problema derivado de una muy errónea percepción, por parte del PGA Tour, del papel de Par 7 en el mundo del golf mexicano. De acuerdo con los criterios de la organización, el ser un medio digital independiente —sin importar el prestigio ganado durante muchos años— no es motivo para otorgar un pase para que el fotógrafo de la publicación —quien esto escribe en el caso que nos ocupa— pueda realizar su trabajo en la parte interior de las cuerdas —Inside the ropes— que rodean a cada uno de los 18 hoyos.

La enorme diferencia entre estar dentro o fuera de esta línea durante la final del torneo es, simplemente, tener o no la posibilidad de tomar fotografías de los jugadores.

En contraposición con lo anterior, la organización les otorga a las secciones digitales de los periódicos de circulación nacional, todas las facilidades que requieran, incluyendo la posibilidad de que sus fotógrafos estén dentro de las cuerdas durante los cuatro días del torneo.

Lo que me parece a todas luces erróneo, es que la institución crea que la sección digital de un periódico de circulación nacional tenga más impacto entre los golfistas que un medio dedicado por completo a este deporte, que además de sus publicaciones semanales, desarrolla una difusión abundante a través de las redes sociales.

Veamos este ejemplo: el medio X, en su versión digital, tiene un número determinado de lectores cada semana. Su sección deportiva es observada solo por el 20% de los visitantes; dentro de ella, el futbol se lleva el 60%, que no revisan otros temas, el béisbol el 20%, el básquetbol, el 10%, y el atletismo, automovilismo y otros deportes —incluido el golf—, se reparten el 10% restante. ¿Cuánto resulta de dividir el número grande entre 5, el resultado entre 10 y repartir lo que quede con otras cinco o seis disciplinas? Exacto. Prácticamente nada. Comparemos eso con los miles de lectores que reciben Par 7 online cada semana. Aquí no hay dudas, el nuestro es un medio exclusivamente de golf.

Una enorme diferencia entre los medios tradicionales —impresos— y los medios digitales, es que mientras a los primeros solo se les puede medir el nivel de aceptación a través de encuestas, a los segundos se les puede rastrear desde el preciso instante en el que se publican. Estos números no mienten.

Regreso al tema. Durante las rondas de jueves y viernes, solo me concedieron el pase Outside the Ropes y, gracias al grupo de Tiger y Abraham —que acapararon casi la totalidad de la galería, y de quienes solo logré rescatar una foto de Tiger saliendo de un búnker en el hoyo 1—, tuve una libertad casi absoluta para fotografiar a muchos de los grandes jugadores que asistieron al torneo.
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Tiger Woods saliendo del búnker en el primer hoyo del torneo.

Tras insistir en hacerles entender los valores de difusión que tiene nuestro semanario, logré que mi amigo Gregory Villalobos —eterno representante de prensa en el PGA Tour Latinoamérica y presente durante este torneo— convenciera a la joven Rachel Noble —coordinadora de comunicaciones del área de administración de torneos del PGA Tour—, de que me otorgaran un Inside the ropes durante la ronda sabatina. Tras haberse negado rotundamente a otorgar dicha etiqueta para los cuatro días, Rachel finalmente accedió a la solicitud de Villalobos y pudimos trabajar, obteniendo algunas buenas tomas desde adentro, que podrán ver en la galería que les presentamos en la edición de la semana pasada.

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Tras la jornada sabatina, me permití enviarle a Rachel un documento sobre la historia de nuestra publicación, desde su origen como revista impresa en 2002 hasta estos días, anexando datos de rastreo y del éxito —¿por qué no decirlo?— que estamos obteniendo con nuestras publicaciones, especialmente desde el rediseño del semanario, a finales de julio del año pasado. Ella lo agradeció, pero me señaló que, de todos modos, no tendría acceso al interior del campo. Por allí, alguien más, involucrado con la organización, me dijo —palabras más o menos, por lo que omito el uso de comillas denotando una cita textual—: El Tour no ve con buenos ojos a quien rebate sus decisiones y podrías perder hasta la acreditación para próximas ediciones.

Ante tales exigencias, solo me quedó imaginar que la vara para admitir a un fotógrafo dentro del campo tenía que ser demasiado alta; sin embargo, pude ver a colegas míos con el pase correspondiente —a quienes, por supuesto, no mencionaré por su nombre ni su medio— tomando fotos dentro de las cuerdas con el teléfono celular como único equipo.

Lo que sí me pareció a todas luces injusto, fue que a ningún medio extranjero, sin importar el tipo de publicación, se le negó el pase Inside the ropes. La única palabra para definir este criterio… ustedes ya la conocen.

Así las cosas, el domingo decidí presentarme el centro de prensa sin mi equipo fotográfico y limité mi accionar a caminar observando a grupos de grandes jugadores y pequeñas galerías. Como pude corroborarlo, el haber cargado con cámaras, un respetable telefoto profesional y el resto de los accesorios durante cerca de 8 km, habría sido un esfuerzo completamente inútil, al menos para buscar fotografías de los líderes.

Por supuesto, no puedo dejar de mencionar que fuera de este inconveniente, el trato que recibí de todo el personal en el centro de prensa y sus alrededores fue simplemente excepcional. Dicho centro es uno de los más espectaculares que he conocido en mi vida como periodista, tanto en el ámbito nacional como internacional.

Desconozco las consecuencias de este artículo. Si como resultado de su lectura, el PGA Tour decide llevar a cabo un análisis más concienzudo acerca de los medios mexicanos que tienen méritos para hacer una cobertura adecuada, el texto habrá cumplido su cometido. Si, en cambio, lo juzga como una protesta en contra de su decisión de evitar que lográramos reportajes acordes con nuestro prestigio, la reacción podría ser muy diferente.

fdebuen@par7.mx