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Editorial

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El ambiente en el hoyo 17 del club de golf Chapultepec durante el WGC-México Championship, quedará en el recuerdo de los jugadores entre los mejores momentos de la temporada.

WGC-MX, otro extraordinario torneo

Fernando de Buen

Contar en México con un torneo donde compiten los mejores jugadores del planeta, es un privilegio que despierta la envidia de casi todos los países del mundo, con excepción de los Estados Unidos, la Gran Bretaña y, ocasionalmente, China. Estar presente en el impecable Club de Golf Chapultepec durante los cuatro días del evento y ser testigo de las increíbles capacidades de estos superdotados, es un privilegio aún mayor. Escribir sobre este increíble evento sin agradecer el riesgo al que cada año se somete Grupo Salinas —encabezado por Ricardo Salinas Pliego y Benjamín Salinas Sada—, es una tremenda falta de tacto, por decir lo menos. Así pues, ¡muchas gracias, familia Salinas!

Ahora bien, a este torneo, al que por excepción se invita al mejor mexicano en el ranking mundial —Abraham Ancer, en esta edición—, también se inscribió Tiger Woods, a quien la afición mexicana estaba esperando ver en nuestra tierra desde hace muchos años. Tiger no ha asistido a al Mayakoba Golf Classic, que inició operaciones en 2007 y, si bien tenía un contrato firmado para competir en la Copa de las Américas 2015 en el Club Campestre de la Ciudad de México, tampoco lo hizo por haber sufrido una de sus innumerables lesiones. Por supuesto, contar con el californiano y haberlo visto jugar, fue todo un privilegio.

Del resultado y los pormenores del torneo, ya damos cuenta en la sección correspondiente de este mismo semanario, por lo que no abundaré más allá de afirmar que la actuación de Dustin Johnson me hace pensar que si llegase a jugar de la misma forma cualquier torneo, no hay manera de que pudiera perderlo. Su brutal distancia, una efectividad incomparable en los tiros medios y cortos y un preciso juego sobre el green, más esa evidente carencia de miedo ante cada golpe —de él una vez dijo Butch Harmon que cargaba sus h… en una carretilla—, generan una mezcla prodigiosa que se le ha visto a muy pocos en la historia del juego.

Lo más importante de todo esto —considerando que los jugadores no tienen ninguna obligación de participar en los torneos avalados por el Tour—, es que invariablemente salen de México con un gratísimo sabor de boca y la promesa de regresar cuando la oportunidad surja nuevamente, ya que, como todos sabemos, este es un evento por invitación a los mejores jugadores del planeta.

Todos alrededor de Tiger Woods
El primer golpe del torneo para Tiger Woods no fue, precisamente, una cordial bienvenida de parte del magnífico club de la Av. Conscripto. Intentando alcanzar el green con un hierro, Tiger jaló su bola de lado izquierdo y ésta terminó fuera de límites, para un doble-bogey.

Sin embargo, ese mal inicio no fue motivo para que el público —una galería que se extendía de la mesa de salida hasta el green en cada hoyo, y que ocasionalmente llegaba a ser de cinco o seis filas de espectadores en la zona donde él efectuaba su golpe— lo rodeara y le hiciera sentir su permanente cariño y admiración.

Tiger jugó las dos primeras rondas con Abraham Ancer, lo que concentró aún más al público presente, a pesar de que había en el campo otros grupos de excepcional calidad.

Abraham, misión cumplida
Para el de Reynosa, competir contra los mejores del mundo, cargando con el compromiso de ser el único mexicano en el field, debió ser causa de una extenuante presión, pero, su trabajo a través del campo, concluyendo empatado en el lugar 39, debe ser motivo de orgullo, bajo tan excepcionales circunstancias. Para él, jugar con su ídolo —como ya lo mencionó— es un sueño cumplido y, para nosotros, una muestra más de que está listo para grandes tareas en el golf profesional.

Hay torneo para rato
Así me lo hizo saber Bernardo Villacecías, importante cerebro operativo del Grupo Salinas, quien afirmó que existía la plena seguridad de cumplir con los siete años del contrato para organizar el torneo, ya que, si bien había existido en las anteriores ediciones un apoyo económico por parte de la Sectur, en ésta no lo hubo y, afortunadamente, no se dependerá del mismo para seguir llevándolo a cabo.

Es una muy buena noticia, considerando que otros grandes eventos deportivos, como la Fórmula 1 o el juego de la NFL, que dependen en buena medida de la aportación gubernamental, están en riesgo de desaparecer, a menos que la iniciativa privada se encargue en su totalidad de hacer las aportaciones para su organización.

Un tema sobre la acreditación de Par 7
Hay un asunto adicional del que quiero escribir alrededor de este torneo, en particular con algo que le sucedió a Par 7 con el equipo encargado de prensa del PGA Tour; sin embargo, por su extensión, lo dejaremos para la próxima semana. Solo mencionaré que es la razón por la cual no aparecen en nuestra galería fotos de la ronda final.