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WGC-México Championship: Club de Golf Chapultepec

Llegó la hora

Fernando de Buen


Tiger

Este jueves dará inicio la segunda edición del WGC-México Championship, torneo que el año pasado resultó emocionante, reñido y, sobre todo, sorpresivo.

Vale la pena hacer un poco de historia.

Este torneo, que desde su origen en 1999 llevó el nombre de WGC-Cadillac Championship, forma parte de los Campeonatos Mundiales de Golf (WGC por sus siglas en inglés), una serie de cuatro torneos a los que solo califican los jugadores mejor clasificados en el mundo. Por el nivel de estos, se les considera solo por debajo de los cuatro majors.

Entre 1999 y 2006, el torneo se celebró en España, Irlanda, Inglaterra y los Estados Unidos. A partir de 2007, se estableció en el campo Trump National Doral, donde se mantuvo hasta 2016. A finales de dicho año, felizmente, Grupo Salinas le arrebató el evento al actual presidente de los Estados Unidos, quien hizo un berrinche monumental cuando se enteró que la organización comandada por Ricardo y Benjamín Salinas le había ofrecido a la Federación Internacional de PGA Tours —propietaria de estos torneos— un monto anual de 16 millones de dólares—, el doble de lo que él pagaba, por lo que no le quedó más que tragarse el berrinche y seguir criticando a México con su monumental rencor. El contrato se firmó meses después por un total de siete años. Atinadamente, los Salinas eligieron como sede, al menos por los dos primeros años, al Club de Golf Chapultepec, del cual son socios.

Debo confesar que, cuando me enteré de la noticia, sentí una de las más grandes satisfacciones de aquel año, ya que llegaba uno de los mejores torneos del orbe a nuestro país, provocándole un serio derramamiento de bilis a uno de los seres más odiosos de la humanidad.

El 2017 marcó la primera edición del campeonato, ya bajo el nombre que ahora lo cobija. El torneo, como mencioné en el primer párrafo de esta editorial, fue, entre otras cosas, sorpresivo. Intentaré explicar por qué.

Fue sorpresivo porque ningún golfista mexicano en su sano juicio habría imaginado tener en la Ciudad de México un campeonato de estas dimensiones, considerando que, en todo caso, los organizadores lo llevarían a alguno de los muchos paraísos playeros del país, como lo ha hecho en forma extraordinaria —debo decir— la organización OHL en Mayakoba.

Fue sorpresivo porque en los tiempos actuales la palabra crecimiento es más rara que encontrarnos un partido político fiel a sus principios (los oficiales, por supuesto). Bajo tales circunstancias, pensar que alguien se interesara en arriesgar un capital de 112 millones de dólares para poner en alto el nombre de México y de su capital, parecía imposible.

Fue sorpresivo también, porque dada la altitud del campo sede, entre 2317 y 2388 m sobre el nivel medio del mar, muchos imaginamos que estos increíbles golfistas devorarían los fairways del Chapultepec, pues sus 7330 yardas, par 71, son equivalentes a poco más de 6700 al nivel del mar. Sin embargo, este bello y viejo campo diseñado por Willie Smith —que abrió sus puertas en 1921 y medio siglo después fue renovado por el más prolífico arquitecto de campos de golf en el México del siglo xx, Percy Clifford— se supo defender con gallardía y solo le permitió al campeón Dustin Johnson ganar con 14 bajo par.

Fue sorpresivo por la respuesta del público, que sumó decenas de miles durante los cuatro días del torneo. Pude ser testigo el domingo de una galería inexpugnables con cuatro o cinco filas a partir de las cuerdas, que hacían prácticamente imposible ver el fairway desde la distancia.

En la edición que comienza este jueves, veremos si alguno de los que jugaron el año pasado aprendió a domar estos fairways y podrá superar lo logrado por el actual número 1 del mundo.

¿Quiénes estarán y quiénes no?
Afortunadamente, estarán presente 45 de los 50 mejores del ranking mundial, representando a 19 países, con 26 estadounidenses y 39 de otras tierras, incluyendo al mexicano Abraham Ancer, el connacional mejor clasificado. El torneo tendrá a 19 debutantes, cuatro excampeones — Dustin Johnson, Patrick Reed, Justin Rose y Phil Mickelson— dos campeones de la Copa Fedex —Jordan Spieth y Justin Thomas— más 10 ganadores de majors.

Quienes decidieron no venir a gozar del calor humano de nuestro país fueron Rory McIlroy, Henrik Stenson y Jason Day; se reportaron lesionados Bruce Koepka y Hideki Matsuyama.

¿Ir o no ir?
Desde luego, para los habitantes de la CDMX es un enorme privilegio tener este torneo sin desplazarse a otra ciudad y poder ver a los mejores golfistas de la actualidad. Por supuesto, un espectáculo de tan grandes dimensiones tiene un costo al público en proporción con su envergadura y, quien quiera ir de miércoles a domingo sin invitación de por medio, tendrá que desembolsar $11,088, incluyendo la comisión de Ticketmaster, por una serie individual.

Si me preguntaran si vale la pena tal desembolso para ver a tantas estrellas de nuestro deporte favorito, yo diría que sí, siempre y cuando la decisión no golpee las finanzas familiares, lo que no parece ser el caso entre la mayoría de los golfistas. De cualquier manera, la transmisión televisiva es de primerísimo nivel y, definitivamente, si se trata solamente de ver golf sin el ferviente deseo de vivir la experiencia in situ, con ello será más que suficiente.

Par 7 presente
Por supuesto, estaremos por allá con el compromiso indeclinable de tenerlos a tanto de los pormenores del torneo, día con día, y prepararles un estupendo resumen en la edición del próximo lunes de Par 7 online.

Allá nos vemos y que todo salga de maravilla.

fdebuen@par7.mx


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