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El menú del Masters

Fernando de Buen

Como es común en prácticamente todas las temporadas del PGA Tour, hay un antes y un después del primer grande del año, el Torneo de Maestros. En este 2018 parecería que estamos en una gran cocina, preparando un banquete en una olla de cocimiento lento, que mantendrá a los ingredientes sometidos a una baja temperatura constante, con el fin de lograr un plato extraordinario que nos permita captar los jugos de cada parte de su receta.

Es cierto que, desde los últimos cambios generales a los calendarios del circuito, las nuevas temporadas comienzan en octubre y llegan al Masters con 25 torneos jugados, que son más que los que quedarían por jugar en cada temporada. Sin embargo, es bien sabido que los torneos entre octubre y diciembre —salvo contadas excepciones— presentan un field donde brillan por su ausencia los mejores del mundo. Algo parecido sucede con los torneos que anteceden al primer grand slam del año. Salvo casos excepcionales, como el Tournament of Champions en Hawai, el WGC- México Championship (marzo 1-4), el Arnold Palmer Invitational (marzo 15-18) o el WGC-Dell Technologies Match Play (mar 21-25), el resto suelen contar con un número limitado de jugadores entre los 50 mejores del mundo.

Pero este año, insisto, los ingredientes de la olla que se destapará el 5 de abril en Augusta National lucen de excelente calidad. Por una parte, está Dustin Johnson que lució imbatible en Kapalua; el español Jon Rahm quien, a pesar de su juventud madura a pasos agigantados en calidad y estrategia, ocupando ya el número 2 del orbe; los grandes amigos Jordan Spieth y Justin Thomas —quienes ahora ocupan los lugares tercero y cuarto del ranking mundial— y quienes deben estar increíblemente ansiosos por acumular puntos y ascender en la exigente lista; pero también grandes exponentes como el japonés Hideki Matsuyama, número 5, Justin Rose (6º), Ricky Fowler (7º) o el campeón defensor del Masters, Sergio García (9º), quien debe envidiar la madurez de su paisano vasco. ¿Y qué decir del sueco Henrik Stenson (10º), del norirlandés Rory McIlroy (11º) —con afortunada reaparición reciente en Dubái— o el australiano Jason Day (14º), a quien le urge regresar al top-10 de la clasificación?

Ahora bien, para un buen platillo resulta indispensable la correspondencia de un buen postre. El que nos ocupa está formado por un solo ingrediente, capaz de conseguir por sí solo resultados extraordinarios. Por supuesto, me refiero a Tiger Woods quien, parece encontrarse listo para regresar a las competencias y tendrá tiempo de sobra para recuperar el sabor de los torneos e imponernos esa clase incomparable que le permitió dominar el golf durante más de una década como el mejor del planeta.

Si llegáramos a ver a Tiger peleando por el saco verde contra alguno de estos extraordinarios golfistas el 8 de abril, nuestro deporte habrá vuelto a alcanzar la máxima altura de su historia, sin importar si el californiano llegase a ganar o no.
Se viene una gran temporada. Independientemente de los sabrosos aromas que ya se escapan del guiso, esperemos pacientemente a que se destape la olla de cocimiento lento, que nos regalará una delicia memorable al paladar.

Estamos de regreso. Feliz 2018 a todos. Comenzamos.

fdebuen@par7.mx


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