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Tiempos de solidaridad, 16 años después

Fernando de Buen



Escribí este texto en los días subsecuentes al 11 de septiembre de 2001, comenzándolo inmediatamente después del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York. Hoy, a 16 años de distancia, me sigue asombrando cómo esos hechos cambiaron por completo nuestra visión del mundo. Citaré y comentaré algunas partes del artículo.

El comienzo

«El campo del Bellerive Country Club, luce vacío. Meses y meses de esfuerzo, por lograr una mezcla perfecta de acondicionamiento, belleza y grado de dificultad, parecen haber sido en vano. Se ven sus greens sin banderas, sus gradas sin público y las cámaras de televisión ya han sido retiradas. Los hombres que dedicaron su tiempo y su esfuerzo al engrandecimiento de este bello paraje golfístico, hoy lo miran con tristeza y desolación.

»Para aquellos jugadores que, mediante un gran esfuerzo, aseguraron su lugar en este torneo, podrá ser a la larga una oportunidad desperdiciada. Han dejado de aspirar, de la noche a la mañana, a una bolsa de cinco millones de dólares, a repartir entre los 67 golfistas más sobresalientes de los últimos meses, tanto en los Estados Unidos, como en Europa y el resto del mundo.»



El torneo en cuestión era el WGC American Express, uno de los cuatro Campeonatos Mundiales de Golf, los torneos no majors con mayor bolsa en el círculo golfístico mundial. Días después, se suspendería también la Copa Ryder, aplazándola un año.

«El daño había sido mucho mayor de lo esperado. No solo se había atacado en forma cobarde al país, sino que, además, le mancillaron sus más importantes símbolos, el templo mundial del capital y el centro controlador de la acción y el pensamiento de quienes no comulgan con él. Esa extraña mezcla que allende el norte, definen paradójicamente como libertad.

»Bastó solamente un día de transmisiones televisivas, para entender que, en este planeta, falta mucho para colmar nuestra capacidad de asombro; para aprender que no existe defensa alguna contra el que está decidido a trocar su vida por la de otros; para saber que no hay espacio en el mundo, en el que estemos a salvo de la traición cobarde y la locura; para tratar de justificar lo injustificable, el ofrecer la vida por el odio, pensando que ello es un designio de Dios.»


Más de tres mil muertos y el doble de heridos fue el resultado de un acto terrorista cuyo autor intelectual aún no nos queda claro, pues existen una enorme cantidad de cabos sueltos que no coinciden en absoluto con su descripción oficial. Como el vuelo 77 de American Airlines que supuestamente se estrelló en el Pentágono, pero las fotos no muestran restos del avión, ya fueran las turbinas, la cola o un buen pedazo de fuselaje. Lo mismo fue el caso del vuelo 93 de United Airlines que cayó en un campo, pero con imágenes que solo mostraban pequeñísimos restos metálicos, sin una sola pieza grande, como correspondería a cualquier avión desplomado por caída; a menos, claro está, que hubiera sido destruido por un misil de alto poder.

Pero bueno, convencer con tonterías a la gente que 15 años después votó por Trump, no debió ser difícil; la creencia ciega a las explicaciones del 9/11 fueron la mejor muestra del escaso nivel intelectual y de discernimiento de una gran parte de la sociedad estadunidense, que el actual presidente habría e aprovechar para hacerse del puesto que ahora ocupa.

«Y quién habría de disfrutar de este torneo, si algunos de los lugares en las gradas quedarían vacíos para siempre; si miles de los sillones en las salas de televisión, ya no serían ocupados para ver la transmisión del evento; si un cambio repentino de canal o un corte inesperado, nos mostrarían cómo la bandera de un green se transforma en segundos en la de barras y estrellas, cubriendo un ataúd.

»Así, el golf profesional del mundo, ha decidido unirse, en un acto de elemental respeto, al luto de miles y miles de personas que han perdido, —por obra y gracia de la estupidez ignominiosa— a uno o más de sus seres queridos. Hoy es momento de reflexión, de tratar de entender las razones y sinrazones y de pedir por los que se fueron y los que, sin ellos, se encuentran hoy mucho más solitarios. Ya habrá mejores tiempos para disfrutar el verde de los fairways y la emoción de los buenos tiros. Solo debemos esperar a que el humo se disipe y salga el sol que brillará nuevamente con alegría sobre los rascacielos imponentes de la gran manzana




Al presidente Bush le urgía encontrar, provocar o inventar una excusa para iniciar una guerra y así, distraer la atención de su bajísimo nivel de popularidad en aquella época. Otros pensarán que estoy loco, pero sigo sospechando que el ataque del 11 de septiembre de 2001 fue provocado por células del propio gobierno yanqui.

En fin, sea esta reedición comentada de parte de aquel artículo, una muestra de respeto a los caídos en el deleznable acto que acabó con la confianza de las instituciones en los seres humanos, cuando fueron aquéllas y no éstos quienes provocaron los ataques.

Me queda la satisfacción del respeto que mostró el golf organizado por los caídos, aunque hubiese cancelado la Ryder Cup de aquel año, tres semanas antes de su inicio. La venganza europea a la injusta derrota en Brookline en 1999, habría de esperar un año más, pero cuando llegó, valió cada día de su posposición.

fdebuen@par7.mx


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