. ..

 

El ejemplo de Lalo López (1967-2016)

Fernando de Buen


«No se trata de alargar la vida, sino de ensancharla.»
Lalo López

Hace unas horas me enteré del triste fallecimiento de mi amigo Eduardo López Caturegli, conocido por todos como Lalo López, a quien conocí menos de lo que hubiera querido, pero admiré mucho más de lo que hubiese imaginado.

Al igual que yo, Eduardo era socio del Club de Golf Vallescondido, donde más de una vez cruzamos bastones. Era un competitivo golfista de la categoría A, un extraordinario publicista —cofundador de la agencia Oveja Negra Lowe— un consejero inteligente y desinteresado y, más allá de todo, un extraordinario ser humano. En agradecimiento a su apoyo y amistad, le dedico este artículo, a modo de humilde homenaje.

Lalo amó la vida y a quienes la vivieron a su alrededor, a pesar de que en los tres últimos años supo que luchaba contra un enemigo implacable, lleno de trucos sucios y desagradables sorpresas: el cáncer.

A pesar de ello, su batalla —sus muchísimas batallas— siempre las enfrentó con una imposible vitalidad, con una tenacidad difícil de comprender y, sobre todo, con un amor a la vida capaz de vencer al más poderoso pesimismo.

Era una guerra injusta y desigual en la que todos conocíamos al vencedor, pero nadie se atrevía a asumirlo, y es que Lalo se encargaba de repartir su abundante esperanza, en lugar de recargarse en la nuestra. Cada vez que surgía una luz en su horizonte, se convencía y nos convencía de que ese resplandor sería la solución para recuperar su salud, pero llegada la hora de la verdad, la maldita enfermedad encontraba un pequeño recoveco y se alojaba en una nueva región de su cansado cuerpo.

Pero lejos de rendirse, Lalo siempre buscó en todo el mundo una nueva solución y, sin dejarse amedrentar por la flaca —así se refería a la muerte en su blog —, viajaba de Houston a Madrid o de regreso a México, desafiando por muchos meses el ataque final de su perseguidora.

Junto con Lalo, sostuvieron la lucha su amada esposa Pachy, sus hermanos —un abrazo sentido y cariñoso para Alex—, sus padres y todo un ejército de amigos, colegas y seguidores que vieron en la entereza de este enorme ser humano, un ejemplo vivo y presente de que la mejor forma de enfrentar a la muerte es enalteciendo a la propia vida.

Uno de los más admirables actos de este genio de la publicidad fue el concepto y la organización del Pandatón, una carrera a distancias indeterminadas —cada quien corre lo que quiere—, cuyo único fin era reunir fondos para el apoyo a instituciones de caridad. Con 2 mil corredores y 4 mil aportantes, salió a correr con todos y logró reunir en 2015 un total de 2.8 millones de pesos y repitió la hazaña en 2016, consiguiendo un poco más de 1.3 millones. Todo ello, a pesar del avance irrefrenable de su enfermedad.

En concordancia con la brevedad de la vida y en especial la del inolvidable Lalo, recortaré la cotidiana longitud de mis artículos, para terminar este, invitando a mis pocos lectores y a quienes los rodean, que lean el blog de Lalo López y encuentren en sus conceptos un inmejorable ejemplo de cómo amar a la vida, cuando más acecha el final de la misma.

Llegaste a la meta, querido Lalo, ya es tiempo de descansar.

Te extrañaremos.

fdebuen@par7.mx

 


«No creo que se logre mayor aprendizaje que en la lucha por la vida. Comparto la mía esperando que a alguien le sirva de algo.»

Lalo López