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¿Big 3 o Big 4?

Fernando de Buen



Más tardó el gremio periodístico especializado en golf en denominar como «Big 3» al conjunto que forman los tres mejores golfistas de la actualidad —Jordan Spieth, Jason Day y Rory McIlroy—, que en proponer un cambio a «Big 4», con el fin de incluir a Rickie Fowler, quien gracias a su reciente triunfo en Abu Dabi ascendió al cuarto sitio del ranking mundial.

Si bien aún se encuentra lejos de quienes lo preceden en la exclusiva lista, 7.87 puntos contra 11.97 de Jordan, 10.38 de Jason y 10.30 de Rory, la inclusión de Fowler conlleva un efecto mercadotécnico importante, pues a través de los años se ha vuelto un referente para la niñez y juventud de los Estados Unidos.

A diferencia de su paisano Jordan, quien lleva una vida aparentemente tranquila y sin mucho qué destacar en el aspecto social, Rickie aparece como el muchacho que no está dispuesto a sacrificar sus otras aficiones —motocross y autos deportivos, entre algunas cosas más—, por cuidarse para no afectar su desempeño como golfista profesional. Adicionalmente a esa vida más que divertida, tiene por novia a una de las más bellas modelos de las pasarelas profesionales: Alexis Randock. Todo ello aunado a los vivísimos colores que porta en cada jornada de torneo, es un auténtico imán para atraer miles y miles de seguidores. Como dato curioso en contraposición a su imagen pública, Fowler no consume alcohol y asiste regularmente a sesiones de estudios de Biblia con algunos compañeros del PGA Tour, como Webb Simpson, Ben Crane y Bubba Watson.

En esta lista de los cuatro ases de la baraja internacional, Fowler viene a equilibrar otro desbalance: el carisma. Jordan, como dije líneas arriba, no es un jugador cuya popularidad está más allá de su posición como el mejor golfista de la actualidad. Quien le sigue en la lista, el australiano Jason está más lejos todavía y ambos parecen sentirse bien fuera de los reflectores. En contrario, el norirlandés Rory vive entre cámaras y redes sociales, es un usuario incansable de Facebook, Twitter e Instagram, y parece acomodarse a la perfección a la fama y a una agitada vida social. Lo que no encaja en este asunto mercadotécnico, es que un jugador de Irlanda del Norte resulte más popular que el estadounidense que ostenta el número 1 del mundo. La llegada de Rickie Fowler a la parte más alta del golf mundial como resultado de sus grandes actuaciones en los últimos dos años, resuelve maravillosamente la ecuación en el mercado yanqui.

Me sigue sorprendiendo la edad de los cuatro mejores golfistas del planeta. El mayor de ellos, Jason Day tiene 28 años (12/11/1987), le sigue Rickie con 27 (13/12/1988), Rory tiene 26 (04/05/1989), y el más joven de todos, Jordan, apenas tiene 22 (27/07/1993).

En lo personal, me parece un poco apresurado comparar a Fowler con los otros tres. Nos guste o no, más allá del número de victorias, la diferencia entre un gran jugador y un jugador grande son sus triunfos en torneos de grand slam y, al menos hasta el momento Fowler carece de ellos; sin embargo, no debemos olvidar que en 2014 terminó en los cuatro majors dentro de los cinco primeros lugares (Masters 5°, U. S. Open y Open Championship 2° y 3° en el PGA Championship). Aparte de sus enormes cualidades como jugador, Rickie parece desconocer el miedo y seguramente pronto añadirá uno de los cuatro grandes a su palmarés. Cuando eso suceda quedará atrás el concepto de Big 3 y se consolidará como Big 4.

Las aspiraciones de un jugador como Rickie Fowler siempre deben ser bienvenidas en el mundo del golf. La difusión de este deporte nunca ha sido tan grande como cuando Tiger Woods vivió sus mejores años, acaparando portadas, noticias y distinciones en el primer lustro del nuevo siglo. Contar hoy con tres o cuatro jugadores capaces de participar en grandes duelos en los principales torneos del mundo, es un privilegio que no hemos vivido en muchos años. Gracias a Jordan, Jason, Rory y Rickie, el golf atraerá este año una atención sin precedentes en los últimos calendarios.

fdebuen@par7.mx