La edición 113 del U. S. Open

Fernando de Buen

Segundo golpe de Ben Hogan al hoyo 18 (último de la competencia) en el U. S. Open de 1950, en Merion.

No hay plazo que no se cumpla y el Abierto de los Estados Unidos de 2013 está por comenzar. El campo de Merion será la sede del segundo grande del año, que comenzará este jueves, en Ardmore, Pennsylvania.

Hablar del U. S. Open en Merion es recordar grandes momentos que marcaron para siempre a la historia de este torneo. Fue sede cuando Bobby Jones selló su increíble grand slam en 1930, a la edad de 28 años, convirtiéndose en el primero y único jugador que ha ganado los cuatro principales torneos del calendario en el mismo año. El hoyo 18 de este recorrido también fue testigo, en 1950, del hierro 1 con el que Ben Hogan —sólo 16 meses después del gravísimo accidente automovilístico, cuyo pronóstico era que el golfista dejaría de caminar por el resto de su vida— ejecutó su segundo golpe al green, dejando su bola a 30 pies del hoyo y consiguiendo el par que le permitiría acceder al desempate a 18 hoyos al día siguiente y ganar el segundo de sus cuatro títulos en este torneo (la foto de Hy Peskin que ilustra a esta editorial inmortalizo dicho momento y está considerada como una de las más importantes de la historia del golf). Imposible olvidar lo sucedido en 1970, cuando Lee Treviño venció a Jack Nicklaus, también en desempate.

Merion es una pequeña joya construida sobre un terreno de apenas 126 acres. Su diseñador, Hugh Wilson, era socio del propio club. Se jugará bajo un esquema par 70, cuya longitud total será de 6996 yardas. Para que este campo relativamente corto represente un reto a la altura del torneo en cuestión, es necesario que cumpla con ciertas características, como lo son los fairways duros y angostos, greens rapidísimos y poco receptivos, banderas posicionadas en zonas peligrosas y un rough que obliga a sacrificar al jugador entre medio golpe y uno completo, cada vez que intenta salir de dichas áreas.

Para que la estrategia del grado de dificultad funcione como lo espera el Comité organizador, es necesario que el campo se encuentre totalmente seco durante los días de juego. Sin embargo, a juzgar por lo que está pasando esta misma semana en la región, ello no sucederá, debido a que la lluvia sigue haciendo acto de presencia, día con día.

Como consecuencia de lo anterior, tanto los fairways como los greens estarán húmedos y, por lo tanto, reblandecidos. Esto impedirá que muchos de los golpes de salida que suelen desviarse hacia el rough, terminen en dichos puntos, a la vez que permitirá a los jugadores buscar la zona de la bandera en los greens, sin temor a que la bola continúe su trayectoria más allá de estas superficies.

La suma de un campo corto más condiciones de humedad que favorecerán a los jugadores, podría dar por resultado un U. S. Open con números rojos que podrían alcanzar dos dígitos, algo nada deseable por la USGA.

Así las cosas, el clima, al que suele relacionarse con el aumento del grado de dificultad de un evento de estas características, podría ser ahora el gran aliado de los jugadores. Si tales circunstancias se cumplen, seguramente veremos banderas aún más difíciles y un rough denso y castigador. No olvidemos que sigue siendo el U. S. Open, el torneo más intimidante de todos.

Ahora bien, ¿qué gana la USGA con organizar cada año el torneo más difícil del mundo? De acuerdo con sus expertos —y me permito citar de memoria a Tom Meeks, quien fue el encargado de preparar los campos para este torneo durante cerca de tres décadas, y a quien entrevisté hace algunos años en un seminario de reglas de golf en Houston—, la asociación estadounidense no busca humillar al jugador, sino obligarlo a dar lo mejor de sí y mostrar niveles de excelencia en todas las áreas del juego. Se busca que tenga que utilizar los 14 palos de la bolsa, que sea preciso los cuatro días del torneo, que tenga una estrategia impecable, y una paciencia a toda prueba. Es llevar el grado de dificultad del campo al máximo, cuidando, por supuesto, de no caer en la injusticia.

A decir de los pronósticos, más allá de la preparación del campo o de los jugadores para confrontarlo, parece que el impredecible clima será un actor de relevancia en este enorme torneo.

Mi recomendación es, por supuesto, no perdernos la transmisión de este campeonato, que estará pletórico de emociones, anécdotas y resultados inesperados. Preparémonos pues, con una buena botana, las bebidas de predilección y los amigos que comparten la pasión por el golf.

fdebuen@par7.mx