Regresaron los dioses del golf

Fernando de Buen


Hoyo 10 en Augusta National

Como corresponde a la prudencia de cualquier deidad que se digne de serlo, los dioses del golf decidieron hace algunos años otorgarnos el privilegio del libre albedrío. Dejaron de esconder las travesuras de Tiger Woods y aceleraron el retiro de nuestra Lorena —después de haber hecho lo propio con la inmortal Anikka— y determinaron que los seres humanos nos rascáramos con nuestras propias uñas.

Las consecuencias no se hicieron esperar. La falta de líderes en ambas ramas del profesionalismo generó un terrible caos que nos obligaba a los aficionados a buscar en sitios web especializados el nombre de la persona que encabezaba el ranking mundial, tanto femenil como varonil. Los nombres fueron y vinieron, pero muy pocos sentaron sus reales en nuestras activas mentes. Japonesas, coreanas, estadounidenses y taiwanesas por una parte, ingleses, alemanes, más ingleses y algún norirlandés por la otra, entraban y salían de nuestro cerebro como suelen hacerlo aquellos chistes que nos hacen reír pero que a la hora de querer contarlos ya se escaparon de la memoria.

La falta de referentes en las giras profesionales más importantes del orbe, tuvo consecuencias funestas, pues descendió el número de aficionados y los ratings televisivos cayeron dramáticamente.

Se dice que fue tan grave la crisis, que las principales organizaciones del golf mundial les dieron un ultimátum a los habitantes del Olimpo golfístico, para que regresaran de sus largas vacaciones y pusieran orden en la casa, o terminarían olvidándose de la pasión que las hordas humanas le han brindado históricamente al golf.

Es un hecho que decidieron volver a trabajar, pero ni estos inmortales lograron convencer a Lorena para que regresara al golf profesional, pero en cambio, sí llegaron a un acuerdo conveniente con el excepcional tigre californiano. Le ofrecieron devolverle un buen porcentaje de su nivel de juego, la oportunidad de ganar algún torneo importante y, a cambio, le garantizaron que los fanáticos dejarían atrás los resquemores por aquellas aventuras de faldas que fueron apareciendo día con día y que lo dejaron prácticamente fuera de competencia durante dos años y medio.

Es bien sabido que Tiger aceptó la oferta y regresó al campo de práctica, ya no con las extraordinarias cualidades que acompañaban a su juventud, pero bien sustituidas con la enorme experiencia de 14 títulos de grand slam y más de 70 en torneos del PGA Tour.

Por otra parte, ante la poca efectividad de las jugadoras locales en el circuito femenil de la LPGA, las etéreas entidades le entregaron el bastón de mando a una sencilla joven taiwanesa —cuya apariencia nos remite más a la de un adolescente simpático que a una golfista consagrada— y ella ha cumplido con creces su misión, ganando un gran número de torneos y construyendo un liderazgo que podría durar muchos años más.

El hecho de que Woods ya está de regreso en los más importantes torneos del orbe —aún y cuando no ha recuperado el número uno— y que Yani Tseng siga grabando su nombre en la mayoría de los torneos en los que compite, nos han devuelto a los aficionados los referentes que buscamos por tanto tiempo. Si bien son todavía escasos —y algunos muy extraños para nuestra cultura— los nombres de algunas de las mejores golfistas del momento, en la rama varonil Europa —otrora tan lejos como el propio continente— ya está con nosotros y sus mejores golfistas ya son parte fundamental de nuestra afición.
Regocijémonos del regreso de los dioses del golf, quienes también están felices por haber vuelto a casa. Nos han regalado un primer major memorable —el Masters—, a cuya ronda final le añadieron el increíble albatros (2 en un par 5) de Louis Oosthuizen, dos hoyos en uno en el hoyo 16 y el golpe indiscutiblemente milagroso que le dio la victoria al gran Bubba Watson.

¡Gracias, queridos señores, bienvenidos de nuevo!

fdebuen@par7.mx