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Óptimo rendimiento

El deporte como recreación

Dr. Alejandro Gómez Cortés


El diccionario de La Real Academia Española señala dos significados para la palabra recrear: 1) crear o producir de nuevo algo; y 2) divertir, alegrar o deleitar. Ambas acepciones están relacionadas con la búsqueda del óptimo rendimiento y el enriquecimiento en la calidad de vida.

Las teorías del desarrollo demuestran que el niño aprende a relacionarse con el mundo, primero con su cuerpo y sus sentidos, así, aprende a medir distancias y tiempos, discriminar pesos y tamaños, además de habilidades complejas que —de ser pensadas— requerirían de muchos cálculos. Un ejemplo claro es el equilibrio, condición necesaria para la bipedestación y el caminar; éste es adquirido por ensayo y error a través de la actividad de un niño que con su cuerpo busca “aprehender” o sea, hacer suya, una realidad, mucho antes de percibirla a través de conceptos e ideas; a esa edad el movimiento divierte, alegra, deleita y al poder identificarse con su cuerpo, el sujeto se va convirtiendo en persona; el cerebro a su vez reorganiza plásticamente sus conexiones nerviosas para cubrir estas nuevas necesidades. Hasta aquí es únicamente la voluntad, como una pulsión de vida, más allá de creencias o intereses, quien mantiene la motivación de rebasar lo antes logrado; si ya pudo levantarse, ahora quiere caminar y después correr. En cada nuevo logro el cerebro también se transforma, es decir, se re-crea al igual que el cuerpo que ahora cuenta con mejores redes de información.

El aparato psicomotor por sí mismo, desarrolla las funciones fundamentales del pensamiento que son: lógica, memoria, sensibilidad e intelecto; en otras palabras, lo corporal posee su propio sistema pensante, todo un aparato cognitivo sin intervención de la razón.

Antes de que el niño articule palabras, la conducta verbal o corporal de sus padres influye, para bien o para mal, en el desarrollo psicomotor y sensorial, ya que el niño percibe —desde la intuición— una idea de quién es él y qué se espera de él, lo que se puede observar en sus movimientos y juegos. En el lenguaje de la psicosomática de Sami Ali, las actitudes de los padres promueven: «un superyó corporal del que el sujeto depende para ubicarse en el espacio y en el tiempo, así como en sus funciones corporales que no son autónomas». Esta instancia supervisora resulta ser el principal factor a vencer para el óptimo rendimiento. Es la responsable de la ansiedad, el pánico escénico y todos los factores externos que pueden alterar la eficiencia de un atleta perfectamente preparado. Se ha evidenciado que tanto el exceso como la carencia de estímulos durante la niñez, pueden afectar un desarrollo sano y que la medida de cuánto es mucho y cuánto es poco, debe ser sentida empáticamente por los cuidadores en cada individuo en particular.

La adquisición del lenguaje descubre una nueva dimensión de la realidad. Lo que antes podía representarse y sentirse con y por el cuerpo, ahora puede ser nombrado y explicado, no obstante, el uso de la palabra implica un riesgo potencial, el que la corporeidad sea asimilada por el pensamiento lógico que contiene al superyó corporal, creando esquemas institucionalizados de lo que se es y se debería ser como persona o deportista y dejar fuera a la espontaneidad y la creatividad propias del juego como expresión libre. En la clínica podemos ver cómo algunos niños (tal vez la mayoría en nuestros tiempos de sobrevaloración del intelecto), dejan de dibujar de la manera abstracta (no incorrecta) que correspondería a su edad y empiezan a tomar esquemas para representar un coche, una casa, etc., de la manera más imitativa posible al mismo tiempo que pierden espontaneidad en sus movimientos.

Es un hecho que el pensamiento discursivo es precedido por el desarrollo de la motricidad, la reflexión también es una actividad aprendida con la experiencia.

Los ejercicios respiratorios que hemos descrito en números anteriores permiten lograr ese estado psicofísico particular desde donde cada acto es dirigido únicamente por la autoconciencia sin que medien procesos reflexivos.

Cada movimiento de un atleta, es un todo en sí mismo que representa la totalidad anímica y corporal del ejecutante, nada puede ser como el evento anterior, todo está por ser descubierto, es decir, recreado, donde el primer sorprendido es siempre el protagonista.

Como conclusión menciono los tres puntos centrales para un óptimo rendimiento deportivo:

• Recuperar el sentido lúdico del juego como expresión libre
• Desarrollar la autoconciencia del cuerpo
• Limitar la presencia del superyó corporal


De esto comentaré en el próximo número.

Instituto Mexicano de Medicina Psicosomática
Institución Médica especializada en el tratamiento, enseñanza e investigación de los procesos mentales sanos y patológicos.

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Dr. José Juan Sánchez Báez / Director de procesos

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